viernes, 25 de mayo de 2012

The Beginning


    Hace literalmente años que tengo ganas de abrir un blog, desde que tuve a mi hijo en febrero de 2009 y comencé a leer blogs de mamás. Sí, mujeres -y hombres también, why the hell not?-, hace tres años que leo blogs, blogs en los que muy raramente comento, y hace tres años que NO abro un blog. Soy una stalker, acecho en las sombras, con mi laptop desvencijada, mi café frío a medio tomar y mis ojeras de madre que duerme poco de noche pero lo compensa con siestas que siempre saben a poco.

    A fines de 2010 abrí un blog, le puse un título bastante pelotudo digno de esas fotos con efectos súper trillados y frases pseudo-filosóficas más trilladas aún; y ahí lo dejé, cagándose de la risa, con su título ridículo y un cartelito triste que anunciaba que "No hay ninguna entrada". De hecho, sí había entradas, cientos de ellas.

    Entradas que empecé en un WordPad humilde y quedaron en el tintero virtual, entradas que escribí de a puchitos en las notas del BlackBerry y borré de un teclazo para reemplazarlas por alguna lista de supermercado que también quedó a medio hacer, entradas que imaginé, que garabateé en mi mente mientras barría distraída pero que nunca llegaron a ser más que una maraña de palabras sin hilo conductor. Sí, no había ninguna entrada publicada, pero sí infinidad de ellas en aquel cajón oscuro de la mente adonde van a parar las palabras engañadas, los párrafos incompletos, las lamparitas quemadas de las ideas inconclusas.

    Hoy espero poder revertir mi situación. "Espero" digo, porque no quiero pecar de optimista. Tal vez este intento de comienzo de mi blog termine siendo solo eso, un intento.

    De todas maneras, hoy es un día diferente. Cuando el día da un giro inesperado, siento la necesidad imperiosa de continuar haciéndolo diferente a los demás. Como si se hubiese ganado el derecho a recibir el honor de estar lleno de eventos que nunca antes sucedieron. Hoy, mi nene, JP para mantener su anonimato, se fue a dormir por primera vez en su cama de nene grande. Y me agarró un nosequé importantísimo. Eso fue lo que motivó este post. Que soy mamá de un nene. Por más que me pese, no soy más mamá de un bebote. Y es una sensación extrañísima: una mezcla de orgullo por haberlo llevado de la mano hasta esta instancia y dolor de pensar que nunca jamás va a volver a ser esa bolita tibia que se acurrucaba en mi pecho.

    Y así comienza este blog, en un momento agridulce de mi vida como mamá y como persona... porque todavía me cuesta no separar los tantos. ¿Quién dijo que el puerperio dura 6 semanas?

    No espero ni lectores ni comentarios ni mucho menos... sólo que quede como recuerdo para que, en meses venideros, pueda revivir estas emociones tan fuertes que tengo ganas de relatar hace tanto tiempo y estas palabras agolpadas no me lo permitieron.

   Cheers

    Nat

    P.D.: Del título pelotudo del blog me despedí antes de publicar esta entrada... creo.